Curso de Tarot Gratis: Repensando La Fuerza

La Fuerza es el arcano número VIII en la baraja Rider-Waite Smith y el XI en el Tarot de Marsella.

En la baraja Rider-Waite Smith, en la cual nos basaremos en este post, le sigue al Carro y precede al Ermitaño.
El naipe nos muestra a una mujer poderosa, sabia y capaz. En este caso en particular, se trata de una alegoría: la mujer como fuerza capaz de domar leones o partir columnas.
Sobre su cabeza vemos el símbolo del infinito que también se hace presente sobre la cabeza del Mago. Esto hace referencia a que esta mujer posee un conocimiento oculto para la mayoría de la humanidad. Usa una túnica blanca y hay flores por su zona genital. En la astrología, el naipe representa al signo de Leo, y por ende al elemento fuego y al regente de Leo, el Sol.
La fuerza se suele leer como dominio. Sin embargo, nosotras proponemos alejarnos de esta lectura. Si observamos bien, no fuerza al león a cerrar sus fauces y tampoco parece temerle.
Más que a la cosmovisión de dominio, esta carta parece responder a una cosmovisión de cuidados, particularmente a cuidados relacionados con otras especies y la naturaleza en su conjunto. La cosmovisión androcéntrica es la responsable del estado deplorable de nuestro planeta, así que una cosmovisión que la desafíe tendrá que hacer hincapié en un trato más cuidadoso y empático de la naturaleza a nuestro alrededor.

Es una carta poderosa. Su numerología hace referencia al equilibrio cósmico y a la sabiduría Divina. Nos recuerda que solo templando nuestra rabia y nuestro enojo cumpliremos con nuestro cometido.
Hace referencia a una de las virtudes cardinales a las que se refería Platón, que luego son adoptadas por el cristianismo.
Como la tensión que se da entre los opuestos complementarios en el Zodíaco, Leo y Acuario, esta carta nos habla de la tensión entre la individualidad y la colectividad. Aunque el naipe encarna a Leo, el signo que busca la autoexpresión y la delimitación del “yo”, la carta de Tarot no pierde la vista del ideal de Acuario, su opuesto complementario, de “rugir” y usar la propia voz para expresar las inquietudes y anhelos de la colectividad. Del signo de Leo, sin embargo, rescata la necesidad de ser fiel a una misma, de ser auténticas, no importa lo que cueste.
Esta carta del Tarot Rider-Waite Smith nos recuerda la importancia de confiar en nosotras mismas. También nos recuerda que debemos confiar en las personas que tenemos alrededor.
La vida siempre será más fácil de afrontar cuando existan redes amorosas conformadas por otras personas y seres que puedan amortiguar nuestras caídas. Reconocer eso y actuar en consecuencia también es una forma de ser fuerte. Esta reconstrucción de la carta dista mucho del significado que suele adscribirse, de dominio y opresión sobre un otro.

La Fuerza entendida como castidad

Teóricos como Jodorowski sostienen lo siguiente: “el león a la altura del aparato reproductor femenino nos recuerda el control sobre la sexualidad, por ese motivo el león está con la boca abierta y las flores envuelven el vientre de la mujer”.
Esta idea misógina no es nueva: viene de la proliferación en el arte visual durante la Baja Edad Media de mujeres junto a leones como símbolo de castidad.

Esta lectura de la carta representa el miedo de los discursos androcéntricos por la sexualidad femenina. Este es el caso en especial cuando la mujer ejerce su sexualidad libremente, de forma entusiasta y a veces fuera de los confines del matrimonio o incluso la heterosexualidad.
La Fuerza como símbolo de castidad femenina nos devuelve entonces a la idea de la no-mujer, de la mujer virtuosa que no siente deseo sexual.
La mujer casta, a lo largo de nuestra historia, muchas veces termina siendo una mujer en el encierro. Pensemos en las monjas, por ejemplo. A la mujer se la encasilla en el ámbito doméstico en parte para aliviar los celos de sus maridos y padres. Ellos no deseaban que sus esposas o hijas fueran vistas o deseadas por otros hombres (ni hablar que ellas mismas sean agentes activas de su propio deseo).

Ejemplos de “La Fuerza” en la cultura popular

Una figura que encarna de forma muy clara este arquetipo es Jazmín de la película Aladdín junto a su querido amigo, el tigre Rajah. Vive una vida de encierro y sufre la falta de compañía de otras mujeres, pues su madre está muerta.
Su relación con Rajah, como el león, una bestia peligrosa de la familia de los felinos, es una de amistad y cuidados. Durante la película, aunque le sobran razones para desesperarse, no sucumbe a la desesperación y termina cambiando las reglas del juego en el que se encuentra.
Por otro lado, más negativo, su personaje se crea para darle un sentido o propósito al héroe masculino de la película, Aladdín. Existe para ser su compañera. Aunque la narrativa nos quiere hacer creer que él la ama, este no es un amor libre de misoginia. Aladdín en realidad la infantiliza al tomar la decisión unilateral de casarse con ella.

Una Relectura Queer de La Fuerza: Las mujeres que no desean a los hombres

Hay mujeres que no sucumben a un deseo más carnal para con los hombres… porque no lo sienten. Una forma de reivindicar las lecturas de la Fuerza como mujer casta es asociarla con mujeres lesbianas y dentro del espectro asexual.
Las mujeres lesbianas no sienten deseo sexual alguno por los hombres. Pueden pasar toda su vida “vírgenes” según la cosmovisión androcéntrica, debido a que algunas de ellas nunca son penetradas ni tienen relaciones sexuales como las entiende esta cosmovisión.
¿Esto significa que no poseen deseo sexual? Al contrario, encuentran a mujeres y algunas disidencias cercanas a lo femenino atractivas sexualmente. No solo son capaces de vivir vidas plenas sin sentir nunca deseo sexual por un hombre, viven vidas cargadas de erotismo.
También está el caso de mujeres asexuales, que no sienten deseo sexual alguno por ninguna persona del género que fuere.
Aún más desafiante para el paradigma de la mujer que resiste al deseo es la existencia de mujeres demisexuales, dentro del espectro de la asexualidad, que pueden sentirse atraídas sexualmente a alguien solo después de que se dan una serie de cuidados y ellas conectan con esta persona. La mujer demisexual solo desea cuando siente que se estableció una cierta intimidad emocional. No importa lo mucho que se imponga el león, la mujer asexual no tiene deseo que “controlar” hasta que ella y el león sean excelentes amigos.

Hoy en día, las mujeres dentro del espectro asexual deben enfrentarse a mucho estigma, no solo por quienes sostienen discursos androcéntricos si no también por la misma comunidad LGBTQIA+. Algunos de los miembros del colectivo sostienen que estas mujeres no merecen un espacio seguro dentro de la comunidad debido a la cantidad de privilegio cis y hetero que aún disfrutan.
Esto se debe, en parte, a la obsesión de nuestra sociedad por el sexo. Cuando encontramos a alguien que no lo busca, ni lo quiere, ni lo necesita para vivir una vida plena, nos desencaja. Las mujeres asexuales invitan a la comunidad LGBTQIA+ a ser un poco más como “La Fuerza”. En vez de crear relaciones verticales basadas en el número y calidad de experiencias traumáticas vividas por la identidad, como tiende a pasar en algunos de estos círculos, se les invita a crear relaciones horizontales basadas en los cuidados – algo que esta comunidad sí hace instintivamente como acto de resistencia al androcentrismo, aunque a veces sigue cayendo en las trampas de la cosmovisión dominante.

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